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los otros ‘Daniel Sancho’ acusados de asesinato en el extranjero


El hijo de Rodolfo Sancho se une a una lista de crímenes cometidos por españoles en el extranjero, cada uno con su historia, sus circunstancias, su brutalidad y su mayor o menor justicia.

Pablo Ibar

El caso de Pablo Ibar, hispano-americano nacido en Florida de padre español, es quizá el más conocido.

Cumple cadena perpetua por ‘Los crímenes de Miramar’, de junio de 1994, como principal sospechoso de acabar con la vida de Casimir Sucharski, dueño de un club nocturno, y de las bailarinas Sharon Anderson y Marie Rogers.

Su historia ha sido una bomba mediática tanto en Estados Unidos como en España donde ha estado en el centro del debate sobre la moralidad de la pena de muerte y se ha puesto en entredicho la veracidad de las pruebas que llevaron a Ibar a prisión.

Tres juicios se han celebrado desde 1997 y 2019 -con una sentencia firme de condena a muerte entre 2000 y 2016-, todos ellos no exentos de controversia, con contradicciones sobre la mesa, escándalos de sobornos y pruebas que no se sostienen, como la del testigo principal, Gary Foy, que admitió señalar a Ibar en una rueda de reconocimiento con prisa porque su mujer le dijo «que no se involucrara».

Pese a todo esto y a que la Corte Suprema de los Estados Unidos calificó de «escasas» las pruebas, Ibar fue condenado de nuevo a cadena perpetua en 2019 -tras eliminar Florida la pena capital-, aunque su ADN nunca fue hallado en la escena del crimen y durante los jucios se han detectado irregularidades.

Se encuentra interno en el correccional de Correccional de Okeechobee y cuenta con apoyo institucional desde España y una asociación propia que lucha por el reconocimiento de su inocencia.

Artur Segarra

Artur Segarra es el gran precedente en el caso Daniel Sancho y es que este catalán mató y descuartizó en 2016 a su compañero de trabajo y compatriota David Bernat, a quien había conocido en 2014 en Tailandia.

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Se cree que el móvil pudo haber sido económico se considera que fue un crimen premeditado porque Segarra había comprado días antes un congelador y alquiló una casa donde esconder material después empleado en el asesinato.

El español retuvo y torturó durante siete días a Bernat y después de matarlo y desmembrar su cuerpo, se deshizo de los restos tirándolos en bolsas de basura en el río Chao Phraya de Bangkok.

Segarra ofreció distintas versiones, contradictorias, del crimen -como admitir que lo mató pero al volver una noche de fiesta para mantener a toda costa su inocencia después- pero las autoridades fueron firmes en el juicio, del que salió condenado a pena de muerte. Una carta de ocho páginas dirigida al Rey de Tailandia le libró de la pena capital, pero sigue cumpliendo cadena perpetua en una prisión de la capital tailandesa.

Carlos Alcañiz

Carlos Alcañiz es otro español retenido en Tailandia por asesinato. Este catalán, de ahora 36 años, saltó al foco de la actualidad en 2020 por el asesinato de un amigo chileno a puñaladas.

Lo curioso del caso es que ocurrió en la misma isla del presunto crimen de Daniel Sancho, Koh Phangan, y se encuentra desde entonces interno en la prisión de Samui donde está el hijo de Rodolfo Sancho desde este pasado lunes.

Alcañiz se había establecido definitivamente en Tailandia en 2015, después de una estancia temporal anterior. Su entorno adujo problemas mentales cuando ocurrió el crimen el año de la pandemia, aunque lo cierto es que el catalán ya había contaba en su historial con un precedente.

En 2005 atropelló mortalmente a un anciando y se dio a la fuga, aunque se libró de cumplir condena por este hecho.

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Alcañiz había fundado ‘Los Elegidos’, un grupo de desplazados a Tailandia cuyo propósito era ayudar a los más desfavorecidos. Según allegados del español encarcelado, se definía como un elegido que había venido «a salvar al mundo».

Francisco Larrañaga

Francisco Larrañaga, de padre español y madre filipina, fue condenado a muerte en Filipinas en 1997 por el secuestro, violación y asesinato de dos hermanas, Marijoy y Jacqueline Chiong.

Para dictar sentencia se tuvo en cuenta el testimonio de un delincuente habitual que sostenía haber participado en el crimen. Paradójicamente, su palabra sirvió de prueba pero él no fue condenado.

Filipinas abolió la pena de muerte en 2006 por lo que su condena fue conmutada por la perpetua.

Larrañaga, que ha defendido en todo momento su inocencia, argumentó durante el juicio que «en la mañana del 16 de julio de 1997 se estaba examinando en la Escuela de Artes Culinarias en Manila, a 300 kilómetros por mar de la ciudad de Cebú, donde se cometieron los crímenes», describen desde Amnistía Internacional, organización no gubernamental que ha estado del lado del condenado en todo momento.

«Tales hechos fueron corroborados por 15 testigos, entre ellos la profesora de la escuela, sus compañeros de clase, el guardia de seguridad del edificio donde vivía en Manila y los amigos con los que estuvo aquella noche. Además, el juez no permitió declarar a otros 20 testigos que decían poder corroborar la coartada de Paco Larrañaga», añaden.

La lucha de su familia logró que fuera trasladado a España en 2009 y ahora cumple prisión hasta 2034 en San Sebastián. En 2013 el Gobierno solicitó el indulto a Filipinas, pero fue denegado.

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Joaquín José Martínez

Joaquín José Martínez tiene una página web en la que se describe como «el primer europeo en salir de un corredor de la muerte de Estados Unidos», lo cual es totalmente cierto.

En 28 de enero de 1996 fue detenido por el asesinato en primer grado de un hombre y una mujer:

«Ese día fui a la casa de mi ex mujer para visitar a mis hijas. Tras esa visita me metí en mi coche y al cruzar la esquina de la casa, cuatro coches de la policía me bloquearon el paso, dos por delante y dos por detrás. Los helicópteros me rodeaban desde el aire y decenas de policías me apuntaban con sus rifles», cuenta él mismo en su web.

«Me sacaron del coche a la fuerza y me arrestaron acusándome de la muerte de una pareja cuyo asesinato fue tres meses antes y había producido una gran conmoción en Brandon (Florida). Eran un chico y una chica y por lo que pude comprobar en los documentos del juzgado», relata.

La sentencia era desoladora: pena de muerte. Allí, en el corredor de la desolación y la nula esperanza, Martínez no dejó de luchar y en 2001 fue por fin declarfado no culpable después de años de sufrimiento defendiendo su inocencia. Desde 2003 reside en España y es un reconocido divulgador y activista contra la pena de muerte.

Casi un millar de españoles presos en el extranjero

Una cifra de encarcelamiento que hace apenas una década era un 50% más alta. Los internos fuera de nuestras fronteras tienen derecho a recibir 120 euros mensuales si sus familiares no pudieran prestarles ayuda. La mayoría de los delitos están relacionados con el tráfico de drogas. La pena de muerte sigue activa en 57 países.

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