La cuenta de X (antes Twitter) que ha troleado al mundillo literario español



“La protagonista de esta divertida novela malvive trabajando en el mundo editorial e intenta, infructuosamente, perder peso, controlar el alcohol, conseguir una pareja estable y dejar de fumar […]. Ando pensando muy seriamente en demandar a la tal Fielding por inspirarse tanto en mí, por vulnerar hasta tal punto mis derechos de imagen e intimidad“, escribía en 1996 sobre El diario de Britget Jones la crítica de La Tribuna María de Manuel Solís. Dos años más tarde, con motivo de la aparición de El hereje de Miguel Delibes, Jano Barraquer, de La Verdad Asturiana, sentenciaba: “Lo siento por los estudiantes de secundaria venideros, pero se van a joder […]. Este es otro clásico de nuestra literatura que se van a tener que empollar para la selectividad”. Como no hay dos sin tres, ese mismo año, 1998, Lino Valverde de Información 16 decía sobre Un calor tan cercano: “Nos presenta [Maruja] Torres su nueva ficción como una novela ‘deseobiográfica’, escrita para intentar arreglar lo que no acabó siendo como a ella le hubiese gustado […]. Es esto algo bonito, y mientras la leía me puse yo a reflexionar sobre qué novela deseobiográfica me hubiera gustado escribir a mí […]. Quizás una en la que aún viviera con mi exmujer. Quizás una en la que no hubiera apostado el coche en una partida de mus. Quizás una en la que no me hubiera metido tanta droga de joven. Quizás una en la que no hubiera estudiado Letras en la universidad”.

Estas son algunas de las reseñas recogidas en La crítica literaria en los 90 (@critica_lit_90s), una cuenta de Twitter, ahora X, en la que Miguel Alcázar recupera algunas de las reseñas publicadas en esa época, cuya característica principal es la desinhibición, la locuacidad más allá de lo aconsejable y unos toques de salvajismo fruto, muy posiblemente, de dos de los combustibles habituales de las redacciones de finales del siglo XX: el alcohol y las drogas.

“Los años noventa son la ambientación de mi infancia y la literatura es mi pasión: era lógico intentar combinar, en un mismo proyecto, los dos”, explica Alcázar que, si bien no es crítico literario, sí que estuvo familiarizado con la disciplina hasta el punto de hacer algunos pinitos en el pasado: “Tan solo lo justo como para que casi todas las editoriales independientes del país me enviasen sus novedades a casa y me creasen ciertos problemas de espacio en los pisos que alquilaba en Barcelona. Pero eso fue hace mucho tiempo. Ahora solo me dedico a ordenar la biblioteca de mi casa, lo cual, por cierto, para Borges, era también ‘ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica'”.

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Abierta en septiembre de este año, en apenas unas semanas la cuenta ha obtenido una gran repercusión entre escritores, periodistas, aficionados e incluso críticos literarios actuales, que no han dudado en compartir las recensiones que en ella se publican, invitar a amigos y conocidos a seguir a Alcázar y afirmar, cuajados de nostalgia, que ya no se hace crítica literaria como la de antes.

“Me ha sorprendido bastante la repercusión. Parece que la gente ha conectado muy bien con esta propuesta, quizás debido a la combinación de humor, la nostalgia que todo el mundo parecemos sentir últimamente por los años noventa, y el amor por la literatura que desprenden los extractos que subo. En ese sentido, son muchos los agentes culturales que han dicho cosas bonitas sobre la cuenta y que me han escrito para darme las gracias por la tarea de recopilación que llevo a cabo. Mucha de esa gente que vivió mayorcita esa época ha interactuado con la cuenta para opinar que sí, que en esa época se pensaba la literatura de una forma más divertida y libre pero yo no lo sé, la verdad. En los noventa yo estaba tirándome globos de agua con los amigos y leyendo exclusivamente Mortadelo y Filemón. Evidentemente, eso me parecía más divertido y libre que el actual panorama crítico y literario en España”, comenta Alcázar, al que tanta repercusión en tan poco tiempo le ha generado cierta zozobra por si los autores implicados en las reseñas pudieran sentirse ofendidos y tomar medidas legales.

“Lo de las demandas es algo que me preocupó en su día. Ahora estoy intentando llevar mejor la ansiedad”, comenta Alcázar, cuyos temores en el caso de, por ejemplo, Alberto Olmos, han quedado totalmente disipados: “Reposteó la reseña de A bordo del naufragio, esa en la que el crítico se queja de que no salen barcos ni naufragios en su novela, al contrario que en El viejo y el mar. Luego, intenté patéticamente llamar la atención de otros autores de los noventa, como José Ángel Mañas, ¡que ahora escribe novela histórica!, o Elvira Lindo, que ya no escribe la políticamente incorrecta Manolito Gafotas, pero o se hicieron los longuis o no se llegaron a enterar”.

Aunque La crítica literaria en los 90 es un proyecto basado en la crítica literaria pura y dura, Miguel Alcázar reconoce que en su desarrollo han tenido una gran influencia la erudición de autores como Italo Calvino, David Markson, George Perec, Jorge Luis Borges y Roberto Bolaño. De hecho, si hubiera que comparar el trabajo de Alcázar con alguno de los libros del escritor chileno, sin lugar a dudas sería La literatura nazi en América: una colección de falsas biografías de escritores filonazis.

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No es una casualidad. Si se utilizan las diferentes herramientas que ofrece internet como, por ejemplo, la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional, el lector descubrirá que no hay trazo alguno en periódicos ni revistas relativo a Lino Valverde, a Jano Barraquer o a María de Manuel Solís y sus escritos, como tampoco a las cebeceras en que colaboraban, porque de hecho no han existido. Lo que, por otra parte, no le hurta ni un ápice de interés, originalidad ni inteligencia al proyecto. “Si en efecto fueran ficticias, me habría inventado el rebuscadísimo género de la falsa reseña humorística y pretérita y, ¿sabes?, eso tampoco estaría nada mal”, ataja irónico Alcázar, al que le gustaría que su tarea de recuperación del pasado crítico y literario común, real o no, llegase al mayor número de gente posible: “Estaría bien poder conservar estas reseñas en formato de libro, para tenerlas a salvo de las potenciales idas de olla de Elon Musk”. Una estupenda idea que alguna editorial importante debería atender a la mayor brevedad posible.

Para todos, en todas partes

En La crítica literaria en los 90 hay para todos. Para los escritores nacionales, para los autores internacionales, para aquellos que escriben en lenguas co-oficiales, en castellano antiguo o que precisan de ser traducidos de idiomas extranjeros. Como ejemplo de lo dicho, a continuación hemos seleccionado algunas de las mejores reseñas de la cuenta.

  • Memorias de una vaca (1991) de Bernardo Atxaga: “Después de la excelente y conmovedora Historias de Obaba, a mí la premisa de esta novela me sorprendió sobremanera […]. Cuando ya llevaba veinte páginas leídas, de puro sinsentido, yo me preguntaba: ¿ha querido Atxaga plasmar los pensamientos de la vaca de esta manera tan extraña? ¿Estamos ante el Finnegans Wake o el Larva del escritor vasco? […]. Luego me llamó la editorial para decirme que por error me habían enviado el ejemplar promocional en euskera, no en castellano, y, claro, yo entonces me sentí un poquito subnormal”. Lino Valverde. Información 16.

  • Vineland (1992) de Thomas Pynchon: “Nueva novela de Pynchon que traduce Tusquets y el estadounidense sigue sin descubrir su rostro, sigue sin decirnos quién es […]. Por lo que yo sé, puede perfectamente ser Antón, mi jefe en la sección de Culturas, que aparece tan poco por el periódico que a todos se nos está olvidando su cara en el equipo de Redacción”. Xoel Ferreiro. La Opinión Gallega.

  • Paraíso (1998) de Toni Morrison: “Otra excelente muestra de talento por parte de la premio Nobel afroamericana […]. Lástima que en España, sin todavía muchos negros en nuestras calles, gran parte de la fuerza de la obra se diluya […]. Consideraría llegar a un acuerdo con la autora y su agente estadounidense para trasladar la misma trama y personajes a un contexto más nuestro, más local […]. Por ejemplo, un poblado de gitanos, cualquier localidad de Cuenca, o un barrio musulmán”. Amalia Peláez Curto. Revista Índole.

  • Los pueblos (1905) de Azorín: “Rescata Planeta este precioso ensayo novelado sobre los pueblos de España, sobre la realidad del corazón de nuestro país […]. A mí me siguen gustando mucho los pueblos, a pesar de que cuando paso algún fin de semana en el de mis padres (Casas de Ves, en Albacete), sus embrutecidas y paletas gentes sigan mirándome mal, a mis espaldas aún refiriéndose a mi persona como ‘el hijo de la Claudia, ese que es medio drogadicto y homosexual'”. Guille Talavera. La Crónica de Murcia.



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