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El populismo y la polarización, un ciclo vicioso que corroe a Argentina


«El modelo de la casta establece que donde hay una necesidad nace un derecho», dice Javier Milei. «El problema es que las necesidades son infinitas y los recursos finitos». Con su ‘Plan Motosierra’ el candidato presidencial de La Libertad Avanza pretende recortar masivamente el gasto público del Estado.

A sus detractores les preocupa que exista en Argentina un retroceso en materia de ‘conquistas sociales’ si el economista liberal resulta electo en las próximas elecciones. Consideran que la educación y la salud pública, así como la protesta social se encuentran bajo amenaza. A sus seguidores, en cambio, les fascina la idea. Siendo la corrupción y la decadente economía los principales problemas los argentinos, no ven con malos ojos que se eliminen los subsidios y se deje de gastar cantidades millonarias en instituciones que, de todas formas, funcionan deficientemente.

Milei ha sido reiterativo en su posición, asegurando que su programa cercenador no afectará a la población, sino a la ‘casta’ política. «No les gusta nuestro plan porque ahí no podrán morder. Se quedarán sin robar y tendrán que laburar como personas honestas», repite en los medios.

Aumenta la inseguridad en las calles, sigue creciendo la inflación y la pobreza también se incrementa, alcanzando al 40% de la población. La gente está harta y por eso alguien como Milei, que ofrece soluciones tajantes, logra despertar en las multitudes el preciado activo político de la esperanza, razón que lo hizo merecedor del 30% de los votos en las elecciones primarias del pasado 15 de agosto.

«De un populismo izquierdista, Argentina se dirige a un populismo derechista», advierte Frederic Mertens, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Valencia, refiriéndose a Milei. «La opinión pública de ese país está cansada y por eso se deja llevar hacia personajes que se presentan como salvadores». «Lo dramático es que esto lo vemos en países con estructuras socioeconómicas y políticas frágiles, pero también en viejas democracias como las nuestras. La diferencia es que las nuestras tienen la capacidad de ‘recapacitar’».

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Mertens lo ejemplifica con lo que sucedió con Podemos en España. «Cuando nació el partido, se presentó como una alternativa a la casta y parte de la opinión pública y también del establishment español o del mundo empresarial se preocupó por esos discursos tan incendiarios. Y el sistema democrático español consiguió, casi naturalmente, ‘fagocitar’ ese turbión político. Sin embargo, en países como Argentina, Brasil, Ecuador o México, con estructuras democráticas más frágiles, los discursos populistas pueden alcanzar sus objetivos con mayor facilidad. En Argentina el riesgo es más elevado porque la clase política está enferma.

Imagen principal - Protestantes exigen más apoyo del gobierno antes de las elecciones generales de octubre, en Buenos Aires
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Protestantes exigen más apoyo del gobierno antes de las elecciones generales de octubre, en Buenos Aires
Reuters

 

El vaivén ideológico

Por oleadas, Latinoamérica suele vestirse, casi por completo, de un color político o del otro. Y se puede esperar que, después de haberse teñido de rojo, vuelva a girar a la derecha. Mertens considera que esta vez hay un ‘efecto trumpista’ que ejerce influencia. «El método [de Donald Trump], el discurso, el simplismo y la provocación ha contaminado todo el espectro político. Pero esta vez es el lado derechista del espectro político argentino el que utiliza el método político brutal de Trump».

La consecuencia será una mayor polarización. «Todos los partidos políticos que se han llamado centristas están desapareciendo, por no decir que han desaparecido, dejando la existencia de dos polos: la derecha más o menos neoconservadora y la izquierda más o menos radical», asegura Mertens. «Esto es algo que también sucede en Europa. Por eso tenemos que seguir la situación en Argentina. No solo por simpatía o compasión por los argentinos, sino para aprender y ver lo que podría ocurrir en España, donde la polarización está muy presente».

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«Estamos asistiendo de manera global a una polarización que puede debilitar el sistema democrático. Y si hay instituciones políticas que no funcionan, porque los partidos se endurecen en sus posiciones, la opinión pública buscará un remedio más fuerte para ‘curar’ esa enfermedad política. Pero a veces el remedio que la opinión pública elige es un elemento demasiado radical y esto la historia, sobre todo a principios del siglo XX, nos lo ha enseñado».

Durante las últimas décadas, los ‘piqueteros’ se han convertido en parte del paisaje porteño. Se les llama así a los trabajadores desocupados que, formando piquetes, obstruyen el tránsito de las calles para pedir ayudas sociales. Solo en 2022, estos movimientos sindicales rompieron el récord, alcanzando más de 9.000 cortes. Es probable que, en un gobierno mileista, estos movimientos se organicen para protestar en contra de la reducción estatal. Pero Milei no dará su brazo a torcer. «A los que tiren piedras los voy a meter presos, y si me rodean la casa Rosada, me van a tener que sacar muerto», ha asegurado en una entrevista televisiva. Sea quien sea el próximo presidente de Argentina, el mayor reto de su gobierno será alcanzar una cohesión social y económica.

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